Poca discusión genera que nuestras sociedades están atravesadas por un sistema clasista, patriarcal y racista, que deviene en múltiples formas de discriminación hacia las mujeres migrantes. Sea por causa de la violencia directa, las trabas institucionales o la perpetuación de estereotipos tienen que sobrevivir en un entorno hostil, en el que tropiezan con nuestras zancadillas una y otra vez. Sin embargo, ya sabemos que donde hay opresión también hay resistencias, como nos dicen las premisas del feminismo Negro. Y el asociacionismo se ha convertido en una clave en este sentido.
Es en 2007 cuando abren las puertas de Bidaya, Asociación de Mujeres Musulmanas de Euskadi. Una palabra que significa inicio, desde la idea de un comienzo hacia la mejora, hacia el empoderamiento ‑y que también guarda una relación simbólica con bidaia, "viaje" en euskera‑ porque "queríamos ser nosotras mismas quienes expresáramos nuestras demandas", nos relata Hajar Samadi, presidenta de la agrupación, durante el taller "A-cerca-TÉ". Su objetivo principal "es incidir, ya que nos dimos cuenta que utilizábamos el 80% de nuestra energía combatiendo estereotipos", añade. Por lo que decidieron potenciar otro imaginario de las mujeres musulmanas a través de la acción. Marian, también de Bidaya y presidenta de Al-Nour, también colaboradora de este encuentro, explica: "Hay gente que ni hace ni deja hacer, así que yo apuesto por seguir trabajando mientras hablan". A este fin responde el encuentro al que pudimos asistir y otras actividades que desarrollan (https://musulmanasbidaya.wordpress.com/ y http://www.mujeresalnour.org/).
Taller "A-cerca-TÉ", organizado por Bidaya y Al Nour en Durango: "Tarde de encuentro entre mujeres. Todas las edades, todas las procedencias".
Es decir, reforzar el conocimiento mutuo y generar sinergias entre las mujeres desde la diversidad. En este taller pudimos acercarnos a referentes femeninos del mundo musulmán, algunos que nos eran conocidos como Fátima Mernissi o Malala, y otros que ni nos sonaban como Fátima Al-Fihri, que fundó la primera escuela de educación superior en el mundo en Fez (Marruecos) o Jadiya, la primera persona que se convierte al Islam y que financia su difusión. Personajes que "desafiaron al poder y que luego fueron invisibilizadas". Historias que son fundamentales "para empoderarnos y hacernos mejores" y, con ello, también convertirse ellas mismas en referentes de la vida comunitaria (como también reivindican en Ms. Marvel: https://www.aradiacooperativa.org/ms.marvel/).
Asimismo, también realizan servicios de acogida y acompañamiento y, por ejemplo, forman parte de la Red de Apoyo de la Diputación Foral de Bizkaia para las víctimas de violencia machista. Una labor que también ejercen otras asociaciones, como Mujeres con Voz, sustituyendo, en muchas ocasiones, el trabajo de las propias instituciones. "Respondemos a las personas según sus necesidades. Estamos tanto con gente que ha llegado hace una semana y necesitan abrigo y comida. Y otras personas que llevan un par de años y quieren ayuda con los papeles", explica Carla Gómez.
Además, ofrecen ayuda psicológica a través de la formación "y tratamos la culpabilidad que surge de una maternidad ausente. Sobre todo en el caso de las mujeres procedentes de los países de América Latina, donde hay una feminización de la emigración, y donde domina la contraposición entre hombre aventurero y madre que abandona". Y desarrollan diferentes tipos de talleres según los perfiles: cursos de revalorización y autoestima (en clave identitaria), empoderamiento sexual, de duelo, risoterapia, cafés conversatorios, feminismos...
Gracias a Bidaya, Mujeres con Voz y Al Nour por su contribución a esta entrada con sus actividades y experiencias.
Toda una red de trabajo articulada en el interior de las propias asociaciones; con las instituciones (como en el Consejo de Igualdad de Getxo, aunque sus decisiones no son vinculantes), y con otras agrupaciones de mujeres y del movimiento feminista. Por citar algunas: Bilgune Feminista, Mujeres en la Diversidad, Babel... Un entramado de oportunidades para la acción. Como dice Hajar: "La gente cuando nos unimos somos fuerza. Tenemos que enriquecernos desde la diversidad". Toda una apuesta por la sororidad interseccional a la que apela Carla y que reivindica el Proyecto Kahlo como un llamamiento a extender el apoyo, la empatía y la solidaridad más allá de nuestro grupo de amigas (http://www.proyecto-kahlo.com/2017/08/sororidad-interseccional/).