Las mujeres, disidencias y otros cuerpos marcados han ido ganando presencia y legitimidad de voces en los espacios colectivos. Sin embargo, siguen enfrentándose a barreras y violencias procedentes de un modelo de participación que dificulta, cuando no expulsa, todo aquello que no encaje con lo deseable. Es decir, un patrón altamente normativo que responde a las formas, los estares y saberes marcados por lo masculino y, por ende (pero no solo), por los varones. Pero no unos hombres cualesquiera, sino aquellos que cumplen con el perfil de BBVA+ (que vendría a ser un señor blanco, burgués, adulto, heterosexual, sin discapacidades y que, en definitiva, encarna los privilegios en nuestras sociedades).

En este texto bucearemos por los malestares fruto de la dominación en el espacio público a partir de una praxis feminista. Para ello, comenzaremos acercándonos a un marco teórico que nos ayude a entender qué es el sistema sexo-género y qué lógicas lo atraviesan. A continuación, abordaremos la interseccionalidad como herramienta fundamental para explorar cómo se enmarañan los diferentes sistemas de dominación y también para comprender que, donde hay opresión, siempre, siempre hay lugar para la resistencia.

Una vez explicado el marco de interpretación en el que nos basamos, nos adentraremos en algunos malestares que nos hemos encontrado en estos años de investigación, reflexión y acción sobre el espacio público como son el no nos da la vida, la mujer invisible, el síndrome de la impostora, el marcaje del cuerpo, el objeto de mirada y las violencias digitales. Unos malestares que vendrán acompañados por resistencias; esto es,  alternativas que nos ayuden, como reza el subtítulo de este documento, a crear estrategias feministas para una participación igualitaria.

(Texto disponible en castellano y en euskera)