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Precarización y colectivos feminizados (Parte I)

 

Tras acercarse a la figura del iceberg para observar cómo afecta el género al mundo del trabajo, Aradia, Maxín e Izadi buscan ejemplos que nos ayuden a encarnar estos binomios público/productivo/masculino vs privado/reproductivo/femenino. Pues este binomio se traduce en precariedad e invisibilidad para los sectores con mayor presencia de mujeres.

 

   Antes de nada, hay que destacar que los colectivos feminizados de los que vamos a hablar tienen unas características comunes. Entre otras:

  • Bajas remuneraciones.
  • Condiciones laborales mal o poco reguladas (desde largas jornadas laborales a falta de reconocimiento de enfermedades).
  • Invisibilidad y escasa valoración social.
  • Ausencia de participación en la toma de decisiones.

También es importante mencionar que las condiciones de precariedad están atravesadas por el género, pero también por la clase, la edad, el estatus migratorio o la racialización. Por lo que en los ejemplos que vamos a poner hay situaciones diversas que comparten este escenario común de precariedad. Vayamos con algunos ejemplos:

 

  1. Empleadas del hogar. Se encargan de las tareas domésticas (limpieza, cocina, cuidado de personas, acompañamiento y apoyo…). Pueden hacerlo como externas o internas (estas últimas en situación de semi-esclavitud). La precarización de este colectivo se refleja en un Régimen Especial del Trabajo en el Hogar que, entre otras limitaciones, no garantiza ni su derecho al paro.
  2. Trabajadoras de los Servicios de Atención a Domicilio (SAD). Se encargan de dar apoyo en los domicilios a personas en situación de dependencia y posibilitar que permanezcan en su entorno. Normalmente, se trata de un servicio municipal externalizado, por lo que suele depender de empresas privadas (con excepciones cada vez menos frecuentes).
  3. Trabajadoras de residencias. Se encargan de la atención de las personas mayores y personas dependientes. Otra muestra de que la externalización en empresas privadas prioriza los beneficios económicos sobre el bienestar de sus empleadas (y personas residentes).
  4. Camareras de pisos. Se encargan de la limpieza de los hoteles, en demasiadas ocasiones a través de subcontratas que no garantizan un mínimo de condiciones de trabajo digno. Uno de los frentes de lucha del sindicato de las camareras de piso, Las Kellys ("Las que limpian).

Durante la pandemia del COVID-19, se nos ha llenado la boca diciendo que muchos de estos colectivos eran esenciales. Sin embargo, siguen en una espiral de precariedad laboral y vital sin que se tomen las medidas oportunas para la dignificación de sus empleos. Todo lo contrario: en lugar de asumir y garantizar su condición de servicios públicos, la externalización y subcontratación se ceban en estas profesiones.

 

     Ante la inacción institucional (y por qué no decirlo, también sindical en muchas ocasiones), estas trabajadoras se están organizado territorialmente y han encontrado en la lucha colectiva una forma de visibilizar sus realidades. Muestra de ello es el crowdfunding que Las Kellys han impulsado para desarrollar una plataforma que garantice las reservas en hoteles que cumplan estándares de trabajo digno. Os dejamos el enlace para ampliar información: https://www.goteo.org/project/las-kellys

 

¿Se os ocurren más colectivos feminizados y precarizados? ¿Conocéis algún ejemplo más de organización y lucha colectiva que hayan impulsado estas trabajadoras?