1.00 de la mañana. Tres horas antes se había iniciado "la conversación." Una vez más, quedando de problemática para terminar: "¿Por qué me das esa chapa con el rollo del feminismo si la igualdad ya es un derecho?" Y, paradójicamente, cinco minutos después le sigue la afirmación: "Espera, que te acompaño a casa no vayas sola..." ¿Alguien nota la contradicción?
Lo de pegar y violentar a las mujeres lo hemos identificado como algo marginal, propio de hombres así como raros, ¿no? La cuestión es que la violencia contra las mujeres no es un problema individual, de siete tarugos y siete mujeres débiles (porque cuántas veces hemos pensado eso de que a mí no me pasaría). Es un problema estructural, un sistema de opresión sustentado en el sexo-género en el que unos se construyen como dominantes y otras como subalternas.
La violencia nos atraviesa a todas y todos, y la explicación es sencilla: no vivimos en sociedades igualitarias. Vivimos en entornos atravesados por las lógicas patriarcales, en los que las mujeres crecemos con la imposición de ser precavidas, de interiorizar que la calle, el bar, los portales, los patios del recreo y todos aquellos espacios identificados como públicos no son nuestros. Si los ocupamos, allá nosotras con las consecuencias. Consecuencias que a veces se quedan en pequeñas vejaciones sobre nuestros cuerpos y otras se manifiestan en su forma más salvaje. Seguro que se nos ocurre algún ejemplo estos días.
Así que la propuesta es sencilla, un ejercicio de autorreflexión: ¿haces uso de tus privilegios como hombre? ¿De alguna manera contribuyes a perpetuar la dominación? ¿Refuerzas nuestra exclusión de la calle, del bar, de los portales, del patio de recreo...? Ojo que el ejercicio no es fácil, porque identificar los privilegios supone ver cosas que no nos gustan, entender que no somos tan progres como nos gustaría... Y lo digo como blanca, heterosexual y seguro que otra ristra de posiciones de dominio que intento trabajarme para construir un mundo más habitable.
Y hasta aquí ya habrán quienes se han apeado de la lectura, argumentando la exageración o el aburrimiento de los discursos de las "feminazis" y sus rollos de siempre (esperamos que, al menos, no sea por la redacción...). Pero empezar a entender que detrás de cada chiste sexista, de cada fotografía o comentario vejatorio, de cada Hombre en lugar de humanidad, se genera violencia.
La ausencia de las mujeres de los espacios de poder, el ninguneo a las trabajadoras, la carencia de reconocimiento de las aportaciones femeninas, cada plancha de regalo a nuestras madres... son violencia. El cuestionamiento de las formas de vivir de las mujeres y el hecho de etiquetarlas, la perpetuación de roles y estereotipos, la cosificación y la cultura de la violación... son violencia. Y cada vez que repetimos el mantra patriarcal de que somos malas entre nosotras estamos contribuyendo a reforzar todas esas violencias.
Porque todos los pasos que se han dado para la igualdad se construyen sobre las espaldas de compañeras que se han desgañitado potenciando nuestras voces. Se sustentan en nuestra solidaridad, en nuestra capacidad de apoyarnos y cuidarnos. Seamos sororas!
La tarea pendiente es que se sumen más hombres dispuestos a desactivar sus privilegios. Y en vez de acumular poder para someter a otras, introducir la idea revolucionaria de que el poder compartido multiplica sus efectos positivos. De nuevo, para todas y todos. Porque nos queremos vivas, libres e iguales... ¿o tú no?
A quienes hayan acabado de leer la entrada, esperamos poder encontrarnos en la lucha! Así que os pegamos el enlace con la convocatoria de las diferentes manifestaciones: http://www.feministas.org/movilizaciones-2017-25noviembre.html
Erradicar las distintas formas de violencia contra las mujeres exige trabajarse la igualdad en todos los ámbitos. En el cartel os proponemos algunas de las actividades en las que participamos, pero en torno al 25N hay un montón, así que a disfrutarlas!
¡Un abrazo!
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